Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos construyó una ciudad atómica secreta y aislada del mundo, donde los mejores científicos desarrollaban tecnología clasificada y ultra secreta con uranio como materia prima.
Los vecinos que allí vivían desconocían por completo que era una ciudad nuclear, simplemente les contaron que si se mudaban a esta nueva ciudad tendrían trabajo y ayudarían a acabar con la guerra.
Y lo cierto es que no les mintieron, pues es aquí donde crearon las bombas nucleares que años después lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki. La ciudad atómica secreta de EEUU era un laboratorio encubierto donde se fabricaron las bombas más crueles de la historia de la humanidad.
Todas estas fotos las tomó el fotógrafo Ed Westcott, que era la única persona autorizada para utilizar una cámara dentro de la ciudad. Reflejan la vida normal y corriente de las personas que allí vivían, desde el más absoluto desconocimiento de lo que en realidad se estaba haciendo.
«Lo que veas aquí, lo que hagas aquí, lo que oigas aquí, cuando te vayas de aquí, déjalo aquí»
No había contacto con el exterior, ni teléfonos ni métodos de comunicación. Los vecinos solo sabían tres cosas, que iban a tener trabajo fijo, que estaban ayudando a su patria, y que no podían hablarle a nadie sobre esta ciudad.
A la ciudad se la llamó Oak Ridge, se encontraba en Tennesse, y construirla de la nada costó 5 millones de dólares de la época. Se fundó en 1942 como parte del Proyecto Manhattan, una operación clasificada para desarrollar la bomba atómica.
Todo vehículo que quería entrar o salir era minuciosamente inspeccionado. Daba igual si era un alto mando, el secreto era tan importante que no se hacían excepciones.
En la antigua centralita las operadoras preparadas para hacer el cambio de turno. Tenían terminantemente prohibido mencionar marcas o maquinaria que veían en el pueblo, así como palabras como helio, átomo o uranio.
Los empleados y empleadas hacían el trabajo que les habían enseñado a hacer, sin permitirles preguntar nada sobre ello. Tenían que limitarse a hacer lo que les mandaban sin cuestionar nada.
Una de las mujeres, Collen Black, años después de destaparse todo contó cosas como:
“Mi trabajo era inspeccionar tubos y comprobar sus soldaduras. Había un espectrómetro de masas y luces que parpadeaban. Yo no debía comentar nada. Nunca pregunté. No sabía hacia donde iban esos tubos, ni tampoco qué era lo que transportaban, solo tenia que encontrar las fugas y marcarlas”
Otra mujer, Mary Anne Bufard, contó lo siguiente sobre su trabajo:
“Trabajaba en la lavandería y mi trabajo era lavar los uniformes, plancharlos y coser los botones. Después los colocaba delante de una máquina y si oía chasquidos volvía a lavarlos.”
Mary Anne en aquel momento no sabía lo que estaba haciendo, pero años después entendió que después de lavar los uniformes comprobaba si quedaban restos de radioactividad, y si así era los volvía a lavar.
Al principio los vecinos estaban contentos, tenían trabajo fijo, buen sueldo y una ciudad perfecta para vivir. Pero con el tiempo, no saber qué estaban haciendo, la prohibición de hacer preguntas y los rumores que se empezaron a extender, les empezó a minar la moral.
Se les decía que su trabajo era muy importante, que lo estaban haciendo muy bien, y que sin ellos todo esto no sería posible. Pero el boca a boca hizo correr el rumor de que aquello era un experimento para ver si el comunismo funcionaba en un pueblo y convertir a toda América al comunismo.
Para acabar con estos rumores y la baja moral de los trabajadores, se reestructuró la ciudad con los ideales capitalistas. Abrieron cines, teatros, tiendas, espacios recreativos, cafeterías y toda una serie de servicios típicos de una ciudad consumista.
La ciudad llegó a tener más de 75.000 habitantes, era tan grande y poblada que tuvieron que crear una red de transporte público de autobuses.
Cuando llegaba alguien nuevo se le asignaba casa en función del trabajo que iba a realizar y el número de personas que fueran en la familia. Los científicos vivián en grandes casas cerca de los laboratorios atómicos.
En esta foto vemos la oficina de asignación de viviendas.
Los niños vivían allí con total normalidad, era un espacio grande y seguro para jugar.
Con el lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki se destapó el verdadero propósito de la ciudad de Oak Ridge. Los vecinos y trabajadores salieron a la calle a celebrar dos cosas, que se había acabado la guerra y que había sido en parte gracias a ellos.
Dos años después se desmilitarizó la zona y se convirtió en una ciudad civil normal y corriente. Se fundó el Museo Americano de Ciencia y Energía y se programaron visitas guiadas a la ciudad.
Pero en 1983, al desclasificarse archivos secretos de la época, se hizo público que era una ciudad contaminada por radiación y se cerró para siempre.
Uno de los pocos edificios que a día de hoy queda en pie era el hotel Alexander Inn donde se hospedaban personas importantes que visitaban las instalaciones.
Esta es una foto de 1947 cuando la ciudad estaba en pleno auge.
Esta es una foto del mismo hotel hoy en día.
Esta es la historia de la ciudad atómica secreta de Estados Unidos donde se llevó a cabo el Proyecto Manhattan para desarrollar el arma definitiva para ganar la Segunda Guerra Mundial.